En este país se han sumado durante años, el hambre con las ganas de comer, los listillos con los enterados, los corruptos con los avaros, los negligentes con los incompetentes. Dando de resultas la tremenda crisis financiera en la que estamos metidos.
En España se sumaron, los tipos de interés bajos, la alta rentabilidad del negocio inmobiliario, con subidas de hasta el 25% de valor en un año, a la facilidad para conseguir un crédito. A todo esto, se le añadió la sociedad, que unos vendían su piso de toda la vida, para comprarse una casa, otros se vendían la casa, para comprarse otra casa mayor y una segunda residencia, a estos se les sumaron los de las hipotecas puente, que mientras vendían lo antiguo ya podían disfrutar de lo nuevo. A la par de estos, otros, más listillos todavía, daban la entrada (20% del valor) de un piso sobre plano y con el terreno recién vallado, para al cabo de 20 meses vender dicho inmueble sin llegar a pagarlo, por lo que conseguían beneficios del 60%. Y muchas veces, para este ejercicio conseguían préstamos personales, con un coste 10 veces menor al beneficio que obtenían. Por lo que, el principio de riesgo de todo negocio, el de mayor riesgo mayor beneficio, parecía no existir.
[ad#ad-1]De esta vorágine del pequeño inversor y las familias, no fueron exentos las empresas inmobiliarias que, como Metrovacesa, Vallhermoso o Colonial, llegaron a deber 10 veces lo que eran capaces de ganar en un año. Obteniendo préstamos del 100% de algunos negocios inmobiliarios e incluso de algunas fusiones. Dichos créditos, habitualmente concedidos por Bancos en los que tenían acciones cruzadas, el banco era accionista de la inmobiliaria y viceversa. Esto sin generar ni un solo conflicto de intereses, que los estamentos reguladores sospecharan como peligrosos. Ni siquiera que las compañías auditoras de estos monstruos financieros, fueran a la vez, importantes proveedores de las mismas, era puesto en duda por la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores).
Ni los bancos ni las cajas quedaron al margen de este sinsentido, ofreciendo préstamos a promotores inmobiliarios, que, compraban fincas rusticas 10 veces por encima de su valor real, a sabiendas que, los políticos, tarde o temprano, cambiarían dicha calificación. Por lo que dicha finca, habría salido a precio de ganga, dado que se multiplicaba por 20 o 30. Esto cobra especial relevancia con las Cajas, dado que en este país, dichas entidades están tremendamente politizadas, ya que en el consejo de administración, se sientan a dedo de lo que dictan ayuntamientos, diputaciones, o gobiernos autonómicos. Por lo que la información privilegiada, el tráfico de influencias y la corrupción, en este tipo de casos estaban al orden del día, como se puede ver en el caso de CAM o CCM.